viernes, noviembre 24, 2006

Con ton

Mucho me temía que esta quietud no tenía ninguna pinta de durar. Y es que como dice aquel sabio filósofo argentino, "...no dormí ni un minuto...". Coño pero claro que es filósofo ¿el Mono Mario?, por favor, cómo que no.

Comí pero nada de camita. Toda la noche escribiendo pendejadas al ritmo que me marcaban las teclas de la habitación de al lado. Si paraba, pensaba, y si seguía, pues mucho más remedio no había. Lo extraño es que nunca se equivocaba. ¿Que cómo lo se? La repetición más rápida de las teclas únicamente se logra borrando. Y estas tenían un ritmo casi continuo. ¿Que cómo lo escuchaba? Carajo, como dice aquel viejo adagio dominicano "...y dónde crees que está viviendo, al lado, justo al lado, al ladito, ahí mismito...". Que sí, no jodas, ese es el filósofo del merengue ripiao.

El remate fue despiadado, nada más y nada menos que la Dama Bassey, pero eso no fue lo malo, lo malo es esa señora gritandote en la pata e' la oreja que le des candela. Repeat 1. Una y otra vez, acaba y arranca, dame candela - préndeme candela - light my fire; quién sería el perro al que se le ocurrió esa función en los reproductores: lo lógico es que si la quieres escuchar 20 veces te quedes bien pegaíto del repro, o te fajes a levantarte cada vez que va a acabar (piensa uno que va a acabar, pero no).

Bueno, qué se le va a hacer. Quejarme no.

Ya casi es hora de que prendan la rocola esa que está más buena que'l carajo en el bar. Hoy habrá que darle más duro al trago, no sea que esta noche me pongan la versión de Feliciano.

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